Medicina ya dispone de biblioteca tras cinco meses cerrada por obras
La biblioteca de la Facultad de Medicina, clausurada desde agosto del pasado año para una reforma integral, funciona a pleno rendimiento desde mediados de diciembre. Durante los cinco meses de obra se han modificado varios aspectos de las instalaciones, «adaptándolas a las nuevas necesidades del alumnado», según Pablo Lara, decano de Medicina. La intención del decanato era finalizar el proyecto en septiembre, pero, a causa de ciertos «imprevistos», duró cuatro meses más, lo que provocó gran malestar entre el alumnado. Ahora, para buena parte de él el resultado final no es satisfactorio. A pesar de que la obra finalizó hace casi un mes, todavía quedan muchos detalles para que la biblioteca esté operativa en su totalidad. Tal y como algunos alumnos especificaron a este diario, la apertura se hizo de manera «precipitada», por lo que los primeros días tras la vuelta a la normalidad tuvieron que convivir –y concentrarse– con los inevitables ruidos de una obra. La mañana del pasado miércoles un taladro y una radial volvieron a la carga mientras que el alumnado intentaba leer sus apuntes. Tal y como se recoge en el informe oficial, los motivos que justifican la obra son la adaptación de la biblioteca a las nuevas necesidades de los nuevos tiempos, el cumplimiento con las normas de seguridad y la mejora de la utilización del fondo bibliográfico y de la accesibilidad en general. En la planta superior se han creado siete salas de trabajo en grupo, 20 asientos para la hemeroteca con siete ordenadores fijos y un despacho de atención especializada. Además, se ha reorganizado el depósito. En la planta baja se ha ampliado el almacén de libre acceso, se han añadido nuevas estanterías, reorganizado el espacio de la entrada y el depósito y se ha habilitado una sala de reuniones para el personal de la biblioteca. Una de las causas que han provocado el recelo de parte del alumnado es la pérdida de puestos de estudio, al ser intercambiados por plazas para trabajos en grupo. No obstante, en el informe se especifica que en las salas se han perdido 18 asientos, pero que en los pasillos se han ganado 36, por lo que según el documento la facultad ha sumado 18 en total. El retraso en la finalización de las obras, tal y como explica Lara, se debe a los plazos de aprobación de las dos partes del proyecto: «La primera fase, que fue también la primera en aprobarse, comprendía la reestructuración de la planta superior, incluyendo espacios para grupos de trabajo». Esta modificación se debe a «una carencia de las instalaciones por ser la primera facultad construida en Teatinos», y a las «nuevas exigencias de trabajo en grupo del Plan Bolonia». La segunda fase del proyecto se aprobó inmediatamente después de la inicial y en ella se incluía el resto de cambios, por lo que en el mismo plazo se ejecutaron todas las mejoras. «Ya que teníamos todo preparado, decidimos abordar ambas fases en una misma obra», apunta.
Sin material
A los plazos de aprobación del proyecto se sumaron otros problemas. María Victoria González, directora de la biblioteca, los tiene muy presentes: «El material para el suelo se agotó, hubo que construir el montacargas a medida, al tirar un tabique el suelo estaba desnivelado...». Este retraso supuso que la biblioteca permaneciera cerrada más tiempo del previsto, con las irremediables consecuencias negativas para el alumnado que ello conlleva. «No ha habido sitio para estudiar ni libros para consultar durante más de la mitad del primer cuatrimestre», explica Teodoro Rudolphi, delegado del quinto curso de Medicina. «Hicimos una recogida de firmas y presentamos un escrito al decano para encontrar una solución y contar con una sala alternativa de consulta de publicaciones, pero no lo conseguimos». González aclara que durante la ejecución del proyecto «todos los libros estuvieron almacenados para poder reestructurar el depósito acorde al sistema informático», por lo que fue imposible habilitar otro espacio de consulta. Pablo Lara reconoce que ha habido «falta de comunicación recíproca entre facultad y alumnado, ya que ellos desconocían los motivos del retraso», a lo que añade que «una vez supieron las causas, lo han entendido sin problemas». La directora de la biblioteca asegura que ha habido muy pocas quejas, ninguna de ellas formales. «Muchos ven las estanterías y piensan que hemos perdido demasiado espacio, pero la reducción de asientos no es significativa». Además, añade que no se trata solo de una sala de estudio, sino que también lo es de consulta, y es importante mejorar el acceso a las publicaciones. El decano coincide con ella: «Hemos mejorado la biblioteca», dice rotundo.